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domingo, 7 de noviembre de 2010

Diagnóstico II

Diagnosticar , dijimos, es "conocer a través" (espacio -temporalidad). Pero, ¿a través de que? De signos, síntomas y situaciones. Y estas ultimas implican contexto y tiempo y ya se sabe que ambos se implican (diacronía y espacialidad. El contexto de un síntoma lo significa especialmente, el paso del tiempo (su cronificación) lo re-significa particularmente.

Tiempo y contexto son situación; signos y síntomas están siempre en situación. El asunto es que signos y síntomas (tal como se los entienden en la clínica psicológica y medica) parecieran ser relativamente –y no tanto- objetivables, pero la lectura de la situación dispara los esquemas conceptuales y referenciales socioperceptivos, es decir, ideológicos.

En general, el sexo, la clase social, los roles desempeñados, el lugar ocupado en la estructura institucional de poder, las creencias político-religiosas, etc., tienden "prima facie" a condicionar la interpretación de la situación. Tal como dijimos que signos y síntomas siempre están en situación, decimos ahora que creemos que siempre hay por parte del experto consultado, una lectura, -explícita o no, concierte o no- de la situación, o mejor del sentido atribuido a esa situación. Así, por ejemplo, el clínico (psicólogo, medico, etc.) es ante todo un hermeneuta que trabaja con una estructura de objetos reales e imaginarios que se presentan en clave.

Descodificar esas claves implica una tarea compleja, ya que primero hay que conocer el código que construyo otro u otros, y después hay que descubrir su dinámica de funcionamiento, esa dinámica inevitablemente influida por lo social- que subyace y produce la expresión sintomática. Hemos hablado de tiempo, dinámica, contexto por lo tanto él diagnóstico es un descubrimiento del lenguaje con que se expresa "en ese momento" el objeto-problema estudiado y no "una marca para siempre ", es una herramienta imprescindible, para abordar lo que se supone que se quiere modificar –al menos desde el discurso del Yo- que como cualquier herramienta sirve si se la aplica para lo que fue diseñada, durante el momento y por el tiempo justo.

Toda formación sintomática tiene aspectos denotativos y aspectos connotativos y al poner el énfasis, como lo estamos haciendo en lo connotativo, solo queremos llamar la atención sobre la importancia de la búsqueda de los factores asociados a la expresión observable. Es verdad que no todo síntoma "me habla de otra cosa oculta", pero también es cierto que un síntoma tiene sentido en un contexto que lo produce y es ese contexto al que no debemos ignorar.

La conciencia o no de esa relación por parte del consultante es otra cosa, como lo es la tensión que establezco su Yo entre lo que "le pasa" y lo que "reconoce que le pasa", en términos más técnicos la " egosintonía" o "egodistonia" respecto de sus síntomas. Por lo general los síntomas "le molestan" al consultante, lo preocupan o incomodan, por eso que al mismo tiempo son parte y no él todo de la persona. La egosintonía total entre persona y síntoma nos llevaría al campo de las llamadas psicopatías (acción sin conflicto interior).

Diagnóstico y conocimiento

Podemos suponer que si un "consultante" consulta es porque no sabe todo sobre su síntoma y, además, no sabe que hacer con lo poco que sabe. Dejarlo en la misma situación en la que entro al consultorio diciéndole ¿Quién sabe...?, es una cuestión una vez mas ligada a la observancia ética. Pero aquí, la cosa pareciera complicarse: ¿Qué quiero decir con que el consultante no sabe todo sobre su síntoma? ¿Acaso de esto se debe inferir que el consultor si conoce o sabe todo lo que no sabe el consultante? La respuesta es no.

El consultante ("padeciente") no entiende el síntoma porque este se amasa con un código susceptible de ser decodificado con una lógica racional, análisis de las leyes que rigen el funcionamiento psico-orgánico y de la situación mediante, y él en cambio es al momento de su padecimiento sujeto y objeto de pasión, única dimensión que la razón científica no puede explicar en términos codificables.

Sin embargo, la pasión articulada a la cultura, es decir, al contexto y al tiempo, en fin a la situación, Produce signos y síntomas sobre la base de una dinámica perfectamente comprensible en un momento dado, y esto su puede ser señalado y de esto el consultor puede saber algo más. No podrá hablarle al consultante de la verdad de su pasión –la del otro- porque no puede acceder allí con el código, pero podrá descubrir ese código y diagnosticar la situación siempre sobre la base del código que –insisto- no es de él, sino del consultante.

Lo que es del experto es el conocimiento de las técnicas para descubrir el código, pero no el código en sí. El consultor, en el proceso de diagnosticar descubre los códigos, sintomáticos y explica al consultante las características de la situación en la que los signos y los síntomas se presentan y ofrece "a posteriori" una estrategia técnica (por ejemplo una determinada psicoterapia, orientación, etc.) para permitir al consultante hablar de su pasión y –si éste lo decide- reordenar la situación (nivel racional) en la que aquella pasión se expresa.

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